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Leven anclas… Reflexión: ¿Por qué frenamos nuestras organizaciones?

No elevar las anclas es pensar en no quitar al barco los frenos para que pueda ir mar adentro donde puede cumplir el objetivo para el que fue creado. Sin embargo, para poder llevar nuestra nave mar adentro, es necesario levar las anclas que la frenan y no nos permiten desarrollar su potencial.

Las 2 anclas con más peso que en ocasiones nos topamos dentro de las organizaciones son:

1. Diagnóstico – El miedo a lo profundo

El miedo a lo desconocido es una de las situaciones más difíciles de vencer, como no sabemos qué vamos a encontrar, preferimos no buscar y no indagar en las raíces y profundizar en los problemas que se están presentando dentro de la organización. Dentro de los diagnósticos es común toparse con esta situación.

Se tiene el miedo de enfrentarse con aquello que sabemos que nos va a comprometer, o va a requerir de cierto sacrificio o inversión. Hay que agregar que tenemos miedo de no encontrar respuestas que nos satisfagan o que vayan en contra de aquello que ya teníamos planeado.

Es como temer a encontrarnos con corrientes de agua que no sabemos manejar. Esta ancla nos mantiene “flotando” con calma en la superficie. Si algo nos agita, tranquilamente sabemos que nos movemos hasta donde nuestra ancla lo permite. Eso nos mantiene en una zona de confort.

2. El miedo a lo desconocido

Ponemos un ancla para no separarnos mucho de “la orillita” esto es, de lo seguro. Queremos hacer mucho; pero queremos soltar poco.

Esta ancla normalmente se encuentra respaldada por la cadena del miedo al fracaso y falta de seguridad en el propio control y visibilidad que se tiene de la empresa. Preferimos seguir así, total, lo que importa es que ya estamos dentro del océano, y a veces pensamos que siendo todo agua, no debe haber mucha diferencia entre lo que vemos aquí y lo que hay más allá.

Este miedo en ocasiones se debe al desconocimiento de la administración del cambio, y al desconocer como provocar el cambio de ir mar adentro con las mayores probabilidades de éxito. Así que preferimos no movernos.

¿Qué beneficios nos da levar estas anclas, agitar las aguas y movernos?

1.Descubrir nuestro enfoque

Cuando logramos quitar este freno logramos descubrir un nuevo propósito y objetivo. En ese momento descubrimos que somos capaces de tomar decisiones con orientación, y de navegar mar adentro.

Las relaciones con los clientes, colaboradores, y situaciones no se terminan, sino que alcanzan una nueva dimensión. Se dejan de hacer ciertas actividades por que ahora puede hacer otras. O tal vez sean las mismas, pero con otro enfoque, que a veces es más transcendente y de mayor impacto.

Se descubren una serie de áreas de oportunidad, y de soluciones también, que permiten un entendimiento más profundo de lo que somos y hasta donde podemos llegar para fijar objetivos.

2.Definir y diseñar un rumbo

Sumergirse en la profundidad del mar y permitirle al barco moverse, significa que permitimos que viaje, descubrimos un mundo nuevo, o una nueva manera de trabajar. De esta manera, llega el momento de actuar e implementar.

El barco confía en la física, en la astronomía, en las condiciones del viento, y en muchas otras cosas. Las organizaciones deben de confiar en su capacidad para lograr sus objetivos, a través de la seguridad en sus procesos, sus indicadores, y en las habilidades, comportamientos, capacidad y conocimientos de su gente. En otras palabras, en su institucionalización.

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Y así como el barco sobre todo confía en el timón que le permite navegar con una cierta dirección, y no solamente dejándose arrastrar por las corrientes marinas. Es decir, se navega con una intención, con una meta, con un lugar a donde llegar. Así es como las empresas y las personas que la conforman deben de confiar en su planeación estratégica, y en que se creó con un proceso estructurado y analizado.

Una planeación estratégica va más allá de quedarse en “la orillita”. Debe buscar navegar hacia mares profundos donde la pesca es más abundante, donde se puede experimentar la libertad de navegar suavemente, aún en medio de fuertes olas o de mares desconocidos.

REFERENCIA: Texto adaptado para las organizaciones tomado de: Levar anclas, Padre Chan CS, Jóvenes sin fronteras

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